Mi nombre es Javi, y durante muchos años viví atrapado en una batalla silenciosa.
Tuve una infancia feliz, con una familia unida, pero a los 8 años mi vida dio un giro inesperado: desarrollé alopecia universal. Desde entonces, aprendí a esconder mi dolor detrás de una coraza, mostrando fuerza hacia afuera mientras por dentro me sentía frágil y perdido.
A los 18 años encontré en el consumo una manera de anestesiar lo que no sabía gestionar. Lo que empezó como una vía de escape se convirtió en un estilo de vida durante 20 años. Perdí muchas cosas en el camino, pero lo que más me dolía era perderme a mí mismo.
Llegó un punto en el que ni siquiera podía mirarme al espejo. Sentía miedo, culpa y vacío. Pero también descubrí algo: si había caído tan bajo, era porque existía una forma de volver a levantarme.

